Ante nuestros ojos
su luz tenue
y sus lúgubres sombras
nublan
sus balcones rojos.
Y su
pasadizo de hojas muertas
nos dan la
bienvenida con un torbellino
que abre y
cierra sus mohosas puertas.
Y su
blancura se desvanece
con el
tiempo remoto del bosque.
El lucero alumbra al lirio que florece
en el
macetero del balcón,
día y noche se mece.
Y en los
oxidados asientos
hay un
peluche de lana, solo en la sala,
enmohecido,
sin alma,
espera el abrigo de un caminante…
sólo ha encontrado el calor de los cimientos.
¡Oh, casa
abandonada!
El frío del
sótano pasa al comedor,
suenan los pedernales,
las chispas
se apagan y prenden
entre sus
sombras fantasmales.
Bαjo el Noмвre de Poeтιтα αzυl®/
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Enigmático y bello relato. Saludos!!
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