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martes, 18 de septiembre de 2018

Caminante.

Caminante.

Era un caminante que cruzaba
de los andes a la Amazonía.
Cansado, durmió al lado
de una laguna azul y al despertarse,
estaba junto a millones de luciérnagas
brillantes y llenas de armonía.

Nervioso quiso emprender la huida
por sobre las piedras, por entre los árboles.
Pero aquella doncella dueña del lago,
como si entendiera todo,
le dio algunos consejos de vida.

Y con estos consejos se internó.
Camina y camina
por montañas solitarias,
por lugares fríos y pensativos.
Y sólo su silbido se escuchaba
a la lejanía, lejos, muy lejos,
con un eco infinito que no se termina.

Y la endecha de aquella jovencita
retumbaba  a ritmo que decía:

Todos somos consejeros, en cambio,
sólo aquel árbol que ha dejado
caer sus hojas y ha retoñado
puede dar un consejo sabio.

Más… la soledad es sólo un pasaje
en medio de un camino profundo.
En algún instante, todos soñamos,
todos somos caminantes,
todos somos pasajeros en el tren de este mundo.




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